miércoles, 21 de diciembre de 2011

Helispuerficie en Port Tarraco, Tarragona

Los superyates, embarcaciones de recreo de más de 30 metros, eran contados hasta hace pocos años.  Solo las muy grandes fortunas o ciertos mandatarios disponían de uno y casi eran reconocibles a simple vista: el Christina de los Onassis, el Thalita de la familia Rockefeller, el Delphine, propiedad de los hermanos Dodge o el Savarona de Kamal Ataturk. A partir de finales de los años 80 y sobre todo en los 90 este tipo de embarcaciones han vivido un momento de expansión, que hace difícil seguir las incorporaciones, casi mensuales, a la lista de los yates más grandes del mundo.

Con esta expansión se evidenció que no todos los puertos podían albergar a estos nuevos barcos de recreo, y algunos inversores apostaron por construir nuevas instalaciones en la costa o modificar las ya existentes para atraer a ese nuevo y jugoso mercado, en el que hacían falta, sobre todo, algunos puertos donde naves de grandes esloras pudiesen hibernar.

Entre los que optaron por la mejora de puertos estaba el empresario madrileño Luis García Cerceda, propietario de un holding inmobiliario en busca de diversificar sus inversiones, por lo que negoció con la Autoridad Portuaria de Tarragona la conversión de la parte más antigua del puerto en una lujosa marina deportiva especializada en grandes yates. Entusiasmados con la idea, los gestores del puerto dieron el si y en 2007 se realizaron las obras de adaptación de los muelles y construcción de los edificios complementarios a los amarres, con los servicios necesarios para estar a la altura de la clientela que se buscaba. A la nueva marina se le bautizó como Port Tarraco.


La puesta de largo de la instalación fue en mayo de 2008, cuando se celebró el "World Royal Superyacht and Luxury Show", evento gestionado desde Holanda que pretendía ser una feria del lujo relacionada con el mar, que no tuvo demasiado éxito. Esos días se anunció también que se había habilitado un espacio en el recinto portuario para la operación de helicópteros.  


Durante los días de la feria aterrizó allí algún Robinson, como los del Aeroclub Barcelona-Sabadell y otros aparatos transportando a algún invitado con intención de visitar la feria y los yates expuestos. En todo caso, el tiempo revuelto y el éxito limitado de la feria hicieron que los helicópteros fuesen contados.  Aparatos adscritos a servicios de emergencia como el AW139 de Sasemar también visitaron el lugar para asegurarse que era un buen lugar para aterrizar dentro del puerto de Tarragona.


La helisuperficie se habilitó en el extremo izquierdo del muelle que aparece en la parte inferior de esta foto.

A pesar de los 32 millones de euros que invirtió la concesionaria (International Marina Tarragona, con sede en la muy marinera villa de Pozuelo de Alarcón) el puerto nunca fue rentable e incluso la falta de clientes hizo que sus muelles recibieran buques que no estaba previsto recibir, como algunos ferries de Acciona-Trasmediterranea retirados provisionalmente de servicio o directamente puestos en venta. Y es que, a pesar de tener como objetivo a grandes esloras y fortunas, la comercialización de los amarres de Port Tarraco no despegó, del mismo modo que su zona comercial y de ocio, que siempre funcionó a medio gas.

 En 2011, la Autoridad de Inversiones de Qatar, (QIA), fondo soberano que gestiona el dinero que genera el gas y petroleo que se produce en aquel pequeño país, compró a García Cerceda el 95% de la concesión, quedándose el 5% restante en manos de Marina Barcelona 92 (MB92) un importante astillero de Barcelona especializado en la reparación y mejora de megayates. Port Tarraco se une así a un grupo de participadas por Qatar, entre las que se incluyen Harrods, Miramax Films, Volkswagen o varios equipos de fútbol.

La venta se firmó en verano, creándose la empresa Diar Marina Tarragona, encargada desde entonces de mejorar las instalaciones ya existentes, ampliar la capacidad de los amarres y dar un trato personalizado a cada uno de los yates que elijan la principal marina del litoral de Tarragona tanto como escala como para largas estancias de hibernación.

El Robinson R22 de matricula EC-KOF, con el que Francesc Ventura y el que esto escribe 
volaron hasta la helisuperficie de Port Tarraco el 07.05.2008

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